jueves, 5 de marzo de 2015

CASTILLO DE MONZÓN

Como muchos de vosotros ya conocéis, el impertérrito castillo de Monzón se vanagloria de haber educado tras sus muros al rey Jaime I el Conquistador: entre los años 1214 y 1217, el cabildo templario de Monzón se encargó de la formación del niño. O eso siempre nos han contado. Me apetece hoy revelarte algunas cosas misteriosas de la figura de este controvertido monarca que quizás nadie te haya explicado.
Al parecer, durante estos tres años, el rey convivió con un cabildo de frares del Temple comandado por el castellán de la bailía y maestre de Aragón y Cataluña, Guillem de Montrodó. Pero, con toda probabilidad, los templarios de Monzón no se consagraron a la educación del joven rey durante estos tres años, sino a su protección. Y prueba de ello es que, ahora lo sabemos, Jaime I no sabía leer. ¿Lo educaron? Las facciones nobiliarias habían aprovechado la minoría de edad de Jaime para arrogarse mayores privilegios, amenazando la propia integridad del muchacho; quién mejor para proteger al rey que un grupo de hermanos templarios, favoritos del Papa y los reyes europeos. La educación de los príncipes en la Edad Media la realizaban personajes de alcurnia afectos al círculo palatino de los monarcas. No era necesaria la intervención de todo un cabildo templario, máxime cuando la procedencia de sus miembros era la baja nobleza, cuando no de otras capas sociales menores (incluso Guillem de Montrodó procedía de una familia de infanzones), y esto implicaba que la mayoría no sabían leer ni escribir.